ETAPA 3 - 05/10/2015

AZROU – BOSQUE DE CEDROS – MIDELT – VALLE DEL ZIZ – ERRACHIDIA – ERFOUD (Maadid)

El día comenzó en Azrou con un bello amanecer, en un entorno único de montaña, donde las vistas desde el hotel y sus curiosos pavos reales, acompañaron durante la preparación de los coches.

Se inició la jornada rumbo al bosque de cedros milenarios, avanzando por bellas carreteras de montaña, cuyo ascenso marcaba el ritmo de la caravana. Hubo suerte y se pudo ver a los madrugadores monos en varias ocasiones, alguno de ellos un poco intrépido, atreviéndose a salir a la carretera al paso de los coches. Pero donde verdaderamente se pudo disfrutar de los macacos y de la belleza del lugar fue en el emplazamiento del milenario Gran Cedro Gouraud, el mayor de la región, que tristemente murió hace unos años, pero que aun así se alza imponente y grandioso ante los demás.

El trayecto continuó hacia Midelt, tierra de manzanas, en la que los puestos de venta a lo largo de la carretera invitaban a parar, por lo apetitosas, abundantes y variadas. Algunos participantes compraron, y poco duraron ya que ninguno del grupo pudo resistirse a ellas.

A medio camino entre Midelt y Errachidia, fue la parada de mediodía. En Er-Rich, en Kasbah Dounia, bajo la sombra de sus “cenadores de palma” y acompañados de una agradable brisa, no faltó ni la buena comida, ni la bebida, ni el sentido del humor.

La ruta hacia Errachidia, transcurrió a lo largo del Valle del Ziz. Un tesoro escondido entre rojiza roca caliza, que contrasta con el azul intenso de sus aguas, que acompañó a lo largo de la ruta durante kilómetros, culminando en el embalse de Hassan Addakhil. Sus increíbles aguas verde turquesa dejaron fascinados a todos los participantes, que aprovecharon para realizar una parada y disfrutar de las fabulosas vistas.

Pasado Errachidia la ruta continuó dirección Erfoud, donde de nuevo los paisajes de Marruecos sorprendieron: la multitud de tonos ocres y rojizos de sus tierras, sus camufladas kasbahs y pueblos de adobe, y el contraste verde del inmenso palmeral del Ziz, en cuyo mirador se pudo disfrutar de su impresionante belleza, acompañaron durante el resto del trayecto.

La siguiente parada fue poco antes de llegar a Erfoud, para ver su geiser natural, que debido a las lluvias caídas la semana anterior en Marruecos, expulsaba el agua con una impresionante fuerza que asombró a todos.

Con el atardecer, se continuó hacia Erfoud, donde el hotel Xaluca Maadid esperaba con sus fabulosas instalaciones, una variada cena buffet, y una noche fabulosa, que convirtió el bar situado en sus jardines, junto a la piscina, en lugar de reunión dónde los comentarios de lo vivido durante el día pusieron fin a una espléndida jornada.

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