Madrugar no era algo que tuviera nadie en mente esa mañana. Aun así, estando en Marrakech, todos querían aprovechar el día.
Tras el desayuno, los coches de Explorers Classics salieron para visitar, en primer lugar los Jardines de Menara. El fabuloso escenario que ofrecen las aguas de su estanque, presidido por el edificio central que el Sultán Sidi Mohammed mandó construir en 1870, y que fue lugar de encuentros amorosos a lo largo de los años, sumado al espléndido día, hicieron que la visita fuera muy agradable y una magnífica forma de comenzar el día en Marrakech.
A continuación, se puso rumbo a la plaza de Jemma Le Fna. El objetivo: conseguir que dejaran acceder a los coches a su interior, pese a estar restringida la circulación al tráfico privado. La policía tras la gestión de Zaynab y Esteban, autorizó la entrada, que se convirtió en una experiencia inolvidable para todos los participantes, y un verdadero espectáculo para sus transeúntes, que veían a los coches de Explorers Classics bajar por la avenida que nace en la Koutoubia y finaliza en la plaza, rodeados de calesas, taxis y motos.
Como un espectáculo más de la Plaza de Jemma le Fna, los coches se convirtieron en atracción improvisada, en la que subirse y hacerse fotos era el deseo de todos, siendo el principal protagonista el Citroen Lomax, que junto a las tiendas y puestos centenarios, ofrecía una postal que parecía sacada de tiempos pasados.
Con la euforia aún presente fue la comida en el hotel. La idea inicial de siesta posterior quedó rápidamente descartada y sustituida por una fiesta de mojitos improvisada, en una de las terrazas junto a la piscina. Anécdotas, chistes (buenos y malos) e historias varias, protagonizaron la sobremesa que se alargó hasta la tarde.
Alrededor de las 18:00 horas el grupo se dividió: unos para ir de compras y pasear por Marrakech, y otros para visitar la medina, ya que la larga sobremesa impidió visitar el Palacio Bahía o Las tumbas Saadianas por la hora de su cierre (las 16:30 hs).
Los que visitaron la medina pudieron descubrir la vida cotidiana de sus calles y las técnicas tradicionales de trabajo de los artesanos marroquíes. Estrechas calles por las que el tránsito de motos es constante, niños jugando al fútbol en cualquier mínimo rellano que lo permitiera, pequeños riads escondidos en callejuelas, y lo más impactante, el duro trabajo de los curtidores bereberes, que acuden a la medina solamente los sábados y coincidió.
El fortísimo olor agrio de las curtidurías, atenuado gracias a las hojas de hierbabuena, y las duras condiciones de trabajo que se requieren para curtir la piel, hacen que se valoren muchísimo más los productos de cuero que dan fama a Marruecos.
Tras la posterior visita a la tienda de marroquinería y antigüedades, y merecida propina al muchacho que hizo de guía hasta allí, correspondía un descanso tras la larga caminata.
Un taxi de vuelta a la plaza de Jemma le Fna, donde el grupo se volvió a reunir frente a uno de los puestos de zumo de naranja, contando unos sus compras y otros su visita.
La cena, que puso fin a la jornada en Marrakech, también se repartió: Unos en los típicos puestos de comida de la plaza, para degustar entre otras cosas sus pinchitos y té con hierbabuena, optando otros por una cena más DIA DE DESCANSO EN MARRAKECH
tranquila en una de las terrazas elevadas, cuyas vistas a la plaza ofrecen una panorámica inigualable, que queda grabada para siempre en las retinas de aquellos que la han disfrutado.
Todos disfrutaron de un fabuloso día en Marrakech, como si fuera la guinda final de un fantástico viaje, que ya estaba finalizando…