Era el último día, la vuelta a España. Por delante muchos kilómetros hasta la frontera, en los que se mezclaban las ganas de llegar, con la tristeza de ser el fin de una maravillosa aventura.
Amaneció nublado en Marrakech, y las nubes acompañaron a ratos gran parte del viaje, aunque la lluvia respetó la vuelta casi hasta Assilah.
A buen ritmo por la autopista, y acompañados por los chistes y anécdotas varias contadas por la emisora (entre otras, una chaqueta que salió volando por la ventanilla del Corvette y que atropelló el Jaguar sin saber lo que era) el viaje de vuelta se hizo muy ameno.
Las paradas se limitaron a los peajes y repostajes, aprovechando la ocasión para un café rápido. Poco antes de Assilah, la lluvia amenazaba y el grupo se detuvo en un área de servicio para ayudar al Citroen Lomax a poner la capota.
A partir de ahí, como el ferry de vuelta tenía la fecha abierta, varios decidieron quedarse en Marruecos un día más: ir a comer de nuevo a “Casa García”, en Assilah, pasar allí la noche y cruzar el Estrecho a primera hora del día siguiente. Otros prefirieron continuar la ruta y cruzar ese mismo día la frontera, para dormir ya en España.
Vinieron las despedidas, los abrazos, los planes de reencuentro y un objetivo claro común: volver a Marruecos.
Mientras en Assilah unos volvían a disfrutar de los pescados y mariscos de “Casa García”, otros cruzaban la frontera sin problemas y embarcaban rumbo a Tarifa, llegando a España a última hora de la tarde. Los demás cruzaron al día siguiente en el primer ferry de la mañana.
Después de más de dos mil kilómetros recorridos juntos, cientos de anécdotas, miles de extraordinarias vivencias, nuevas amistades, y principalmente las ganas comunes de repetir este maravilloso viaje, sólo nos queda una frase más por decir…
Gracias a todos por participar en esta gran aventura, y… ¡Nos vemos de nuevo en MARRUECOS!
Inchallah…
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